jueves, 11 de diciembre de 2008

PENSAMIENTO DIVERGENTE

Para diferenciar la creatividad de la inteligencia es necesario distinguir entre pensamiento convergente y pensamiento divergente.

El primero remite a informaciones nuevas, pero ligadas a contenidos ya conocidos; el segundo, en cambio, hace referencia a informaciones nuevas que en gran medida son independientes de la información previa.
Así pues, los test de inteligencia miden el pensamiento convergente, mientras que el pensamiento divergente constituye la base de la creatividad.
El primero exige respuestas correctas, el segundo un conjunto de respuestas posibles, lo que implica originalidad y flexibilidad.
La situación más propicia para que se produzcan estas descargas repentinas que son los actos asociativos es la puesta en marcha del flujo de ideas —al parecer, este flujo es el elemento fundamental de la creatividad—; pero, además, es necesario hacerse permeable al caos que bulle en el subconsciente. En este sentido, el psicólogo Ernst Kris, que ha hecho aportaciones fundamentales en el ámbito de la investigación de la creatividad de los artistas, habla de «regresión al servicio del yo». Esto concuerda perfectamente con la idea de la existencia de una estrecha relación entre pensamiento divergente y crítica, el inconsciente proporciona las ideas nuevas que busca el yo. La «regresión al servicio del yo» fue elevada al rango de técnica social cuando se dio con el método del brainstorrning («tormenta de ideas»). Otras estrategias posibles para acceder a soluciones novedosas pueden ser transformar una idea en su contrario, extremarla hasta llevarla al absurdo, modificar el punto de partida y, sobre todo, explorar analogías y semejanzas estructurales. No obstante, para que el yo pueda poner a prueba la utilidad de sus ideas, incluso de las más descabelladas, debe estar poseído por el problema. No basta con ocuparse fugazmente de él; es necesario concentrarse totalmente en él y no pensar en nada más, sólo entonces se tendrá la oportunidad de asociarlo incluso con las ideas más disparatadas. De este modo llegamos a otro de los componentes de la creatividad, la capacidad de conectar entre sí no solo las ideas más próximas sino también las más lejanas, o «to bringthings togethe>.
Como los individuos creativos son capaces de combinar ideas que para individuos más simples son contradictorias, no se irritan ante las opiniones contrarias y las objeciones, pues están acostumbrados a experimentar ellas y siempre encuentran algo aceptable. Suelen pensar en direcciones opuestas y pueden dejar abierta la conclusión. Los individuos creativos no temen la ambivalencia, la contradicción y la complejidad, porque éstas les sirven de estímulo. Son lo contrario de los fanáticos, a quienes les horroriza la complejidad y son propensos a las simplificaciones, o, como dice Lichtenberg, son individuos capaces de todo, pero de nada.
Así pues, existe una relación estructural entre la creatividad, el humor y el gusto por las analogías y las metáf oras. La raíz común de todos ellos es el pensamiento bisociativo, ayudado evidentemente por esa inclinación a lo que Edward de Bono ha denominado «lateral thinking» (por oposición al «vertical thinking») cuyos elementos son, receptividad hacia las ideas nuevas, tendencia a saltar de nivel, predilección por las soluciones más inverosímiles y capacidad para plantear nuevos problemas.

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