domingo, 19 de diciembre de 2010

SEMANA SANTA (Jesús no existió)

5 de abril de 2009

Como cada año, se comemora por todos los cristianos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, que es el gran misterio del cristianismo. Y se hace de manera muy sentida por millones de mis compatriotas, los españoles de toda ideología política, aunque en general sean considerados los de derechas los más religiosos.

Antes de expresar mi opinión al respecto, dejaré
claro que lo más probable, dados mis apellidos (un toponímico y un oficio), es que descienda de algunos judíos sefardíes conversos (o marranos), aunque no guardo historia familiar de ello. ¿Y yo qué sé? ¿Y qué más da? Pero tengo tendencia a la verdad y no me gusta jugar con la ventaja de pertenecer a una élite cuya impunidad ante el delito financiero está garantizada y que tiene tendencia a considerarse por encima del bien y del mal, o sea, de la Ley.

Lo diré desde el principio: soy un ateo-católico. Explicaré mis creencias, porque no se trata de las arcaicas basadas en el Antiguo Testamento. Mi código es el Nuevo Testamento reinterpretado o, mejor, bien interpretado. Sé, tras muchas y variopintas lecturas, que el Nuevo Testamento es relativamente moderno: del siglo II después de Cristo. Y que es sintético: Jesucristo es un personaje ficticio, no histórico. Si lo fuera, habría sido mencionado por los historiadores romanos, por San Pablo en sus múltiples epístolas (no habla ni una palabra de Jesús ni de su vida humana, sino de Cristo, Hijo de Dios) y por los apologistas(1). Y no es así, porque el cristianismo es, durante sus primeros 150 años de existencia, una religión helénica, la del Logos como Hijo de Dios que permite la Creación. Es decir: la creencia de que Dios es demasiado grande, omnipotente e importante como para preocuparse un ápice por los seres humanos, y que creó el Mundo merced a su Hijo, que jamás, jamás, fue humano.

Sólo posteriormente se incorporaron a la religión cristiana elementos de otras mucho más antiguas, y se escribió sobre Jesús, nacido de virgen pre-anunciada por un ángel; de los Tres Reyes que, siguiendo a la Estrella de Belén, llegaron para adorarle en su nacimiento; que predicó sagazmente e hizo milagros; que murió crucificado y resucitó al tercer día; que ascendió al Cielo, del que bajó el Espíritu Santo para iluminar a los apóstoles, que eran doce precisamente. Todo ello es tributario de otras creencias, incluidas las astronómicas y zodiacales(2). Todas esas adiciones indican que Jesucristo se identifica, en realidad, con el Dios Sol.

Pero eso no es óbice para que la religión cristiana no resulte la más moderna de entre las existentes. Cristo, extraño Dios, Hijo de Dios, supera al sanguinario Yahvéh de los judíos y extiende su protección al resto de los humanos, elevándolos al rango de tales desde el de bestias explotables y sacrificables en las que los situaron los judíos, autoproclamados como Pueblo Elegido.

La Biblia es una historieta cuajada de violencia, sexo y sangre, bajo la férula del Dios más inhumano que pueda inventarse. El Antiguo Testamento es un texto cargado de rencor y de totalitarismo. El Cristo helénico, sin embargo, aún gravado por la invención de Jesús de Nazareth, para mejor adaptarse al Mesías de la Biblia —por causa de cuya muerte en la Cruz hace tan odiosos a los judíos ante los cristianos, muy a pesar de que el propio Jesús es un judío—, ese Cristo, digo, es un personaje fraternal e integrador que pugna por la igualdad de todos los hombres ante Dios.

La religión es una necesidad para muchos hombres y mujeres, si no durante toda su vida, sí en algún momento de la misma, aunque sólo sea en los prolegómenos de la muerte. Si tal es una necesidad humana, sea por posible y útil. Pero entonces tómese una religión constructiva, en vez de monstruosidades fundamentalistas que emplean cualquier medio para su implantación universal y que no contemplan a todos los humanos como seres iguales.

Para conocer las monstruosidades de que son capaces los fundamentalistas de todas las religiones debe el lector dirigirse a lo que critican de los unos y los otros sus enemigos y competidores en el campo de la religión, porque se han empleado a fondo en esa tarea y lo han hecho de un modo lo más científico posible. Así, asumiremos como cierto que el fundamentalismo islámico promueve el terrorismo internacional (según los cristianos y los judíos) como Guerra Santa para su expansión; que el Holocausto es una falsificación histórica, que la Masonería es un invento judío para aprovecharse de los tontos útiles gentiles en su propio beneficio, y que el 11-S y el 11-M fueron actos de servicios secretos impulsados por el Mossad para culpabilizar a los musulmanes, permitir la intervención de EEUU y dominar impunemente Oriente Medio (según los cristianos y los musulmanes); y que Jesús no existió aunque, en su nombre, actuó la Santa Inquisición en toda Europa, quemando brujas, judíos o mahometanos; así como que el Vaticano protege pederastas, y que no ha dudado en asesinar a un Papa, o en apoyarse en la Mafia para impulsar sus redes financieras (según judíos y masones, y musulmanes). Todo ello, por denunciarlo los científicos, investigadores y religiosos de otras confesiones, debo considerarlo como la más que probable verdad, a tenor de sus abundantes, doctos y documentadísimos textos.

Ante todo ello me quedo con lo menos dañino, que es el cristianismo y, especialmente, en su versión mejor organizada, el Catolicismo. Si la sociedad española ha de tolerar alguna religión, prefiero para mis compatriotas la que, a pesar de ser la más cruel con su Dios, resulta más benévola con los seres humanos del siglo XXI, la practiquen o no.

Hoy, Domingo de Ramos, os deseo una fervorosa Semana Santa a todos vosotros, creyentes cristianos.

MIGUEL UÑA DE QUINTANA


(1) Justino, Teófilo de Antioquía, Atenágoras de Atenas, Tatiano, Pablo y Minucio Félix. El único apologista que menciona a Jesús es Tertuliano, muy posterior, sobre el 200 DC, con los fundamentos religiosos cristianos ya establecidos.

(2) El primer tercio del vídeo es tan brillante, que ahorrará a cualquier interesado cientos de horas de lectura.

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