jueves, 13 de mayo de 2010

NUESTRO PROBLEMA MÁS GRAVE ES LA JUSTICIA

Buena parte de los problemas que sufrimos en este país tienen que ver con la justicia y la aplicación de la ley. La solución en muchos casos es muy simple, y tiene dos pasos:

1.- Cúmplase y hágase cumplir la ley
2.- Simplifíquese la ley para que sea efectiva

Pero en España las leyes no se cumplen. En unos casos por dejación de funciones, en otros por prevaricación, en otros por parcialidad, etc,… y en otros por imposibilidad manifiesta de que se cumplan leyes que forman parte de un cuerpo legal delirante, con contradicciones, con competencias legales transferidas a 17 entes autonómicos. Además de la falta de medios policiales eficaces, claro está.

La primerísima obligación de un gobernante, con prioridad absoluta sobre cualquier otra función (y por eso en muchas ocasiones forma parte de la jura de los cargos), consiste en CUMPLIR Y HACER CUMPLIR LA LEY.

La ley es sagrada en una sociedad sólida y moderna. Es algo que se ha argumentado y defendido desde Sócrates. Pero a nuestros cargos electos y no electos, en todo el espectro político, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, la ley les parece algo anecdótico, de usar (cuando conviene a sus intereses) y tirar (cuando no conviene)

La explicación al incumplimiento de las leyes en nuestro pais también es fácil y evidente. Como los políticos tienen esa interpretación tan peculiar y pintoresca de lo que son las leyes, han maniobrado de todas las maneras imaginables para impedir la separación de poderes, infiltrando a sus peones en el poder judicial para torpedear el ejercicio de sus funciones y decidir qué juzgar y qué no juzgar. También han corrompido hasta la saciedad los cuerpos policiales, nombrando a dedo a los altos cargos que deciden qué delitos se investigan y persiguen y cuáles no, y qué funcionarios ascienden y cuáles no.

La cosa se complica aún más como consecuencia de la definición y delimitación de funciones de jueces y fiscales en el sistema judicial español. Es propio del medioevo que sea el juez quien dirija las investigaciones en una causa. Es nefasto para el buen funcionamiento de la justicia que el juez investigue y juzgue, porque con esa manera de funcionar siempre tendrá PRE – JUICIO, el peor defecto que puede tener un sistema judicial.

Y ya la cosa riza el rizo si además de inflitrar a sus elementos entre los jueces, los políticos también los infiltran el el denominado “ministerio fiscal”.

En España tenemos un sistema judicial que produce bochorno y un cuerpo legal delirante (no hay más que ver los años que se ha tardado en modificar un código civil que era anterior al General Franco) Y la guinda del pastel es el sistema foral. Nadie en su sano juicio puede defender un sistema que mantiene al día diferencias entre ciudadanos del mismo país, es decir, privilegios de unos ciudadanos frente a otros, porque eso y no otra cosa son los fueros, privilegios otorgados por un Rey a una parte de sus súbditos porque le salió de la entrepierna. Unamuno lo definió muy bien. Dijo que los Fueros consistían básicamente en no pagar.

arnelas, en invertia.com

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