miércoles, 18 de marzo de 2009

CUENTOS CHINOS

La demostración de que la falta de productividad no es un impedimento para la competencia es China, la fábrica del mundo. Entre los países con un grado de indusrialización significativo China es con diferencia el país con menor productividad. Lógico, dispone de mano de obra esclava. Y sus gobernantes lo tienen clarísimo. Ni se les pasa por la imaginación abolir la esclavitud de los ciudadanos chinos, porque entonces se les acaba su buen vivir.

¿Alguien en su sano juicio piensa que los mandamases chinos viven peor que los multimillonarios occidentales? Los multimillonarios occidentales consiguen su prevalencia mediante dinero y poder, los miembros de la nomenclatura china basan su prevalencia en las armas. A quien les cuestione le envían a la policía o al ejército. El dinero sólo lo necesitan porque es el medio de pago fuera del país. A esa diferencia la llaman filosofía oriental, y los atontados turistas europeos vienen alucinados alabando las bonanzas de los chinos, diciendo que tenemos mucho que aprender de su filosofía. Y sin ninguna base lógica, sólo porque tiene una sonrisa encantadora, se ponen del lado del Dalai Lama, otro parásito que aspira a recuperar el sistema budista en el Tíbet, el mismo bajo el cual los tibetanos podían ser ejecutados por el simple hecho de atreverse a mirarle a él, que era el heredero al trono y ya de niño tenía tratamiento de Dios.

Nada ha cambiado en China en tres mil años. Tuvieron a la vez una gran suerte y una desgracia. China fue bendecida por un terremoto que desvió hace cuatro mil años el curso de varios grandes ríos e inundó decenas de miles de kilónmetros cuadrados de extensión, de manera que se producían sin ningún esfuerzo cantidades impresionantes de arroz. Como consecuencia tuvieron una tasa de natalidad y de supervivencia colosales durante tiempos en los que en otras latitudes las sociedades primitivas las pasaban canutas para salir adelante. Y es por eso que tienen ahora mil millones de habitantes, porque en aquellos tiempos multiplicaron su población por diez en el curso de tres o cuatro generaciones.

La simpática y exótica filosofía china es la raíz de los males de su sociedad. Nunca en China ha habido derechos, ni los habrá en el futuro. La sociedad china se basa en la resignación a la suerte que le toca vivir a cada uno, y la filosofía china plantea la perfección en términos de paz espiritual interior. Mientras Sócrates se desgañitaba provocando a la juventud de Atenas para que despertase, entraba en combate contra los Lacedemonios y se jugaba la vida tocando los cojones a los poderosos de la sociedad ateniense, sus contemporáneos Buda y Confuccio proponían la meditación, que básicamente consiste en no pensar, en abstraerse de la realidad del mundo que nos rodea, en renunciar a la materialidad. Así les ha ido y así les irá, con el Yin, el Yan y todas las chorradas que defienden desde hace siglos. Esa es la diferencia verdadera entre la sociedad occidental y la sociedad oriental, la semilla de los pensadores iniciales.

China no necesita aumentar su productividad. Si necesita aumentar la producción lo hace poniendo más gente a trabajar por el mismo o inferior precio. Si necesita reducir los costes reduce la ración de arroz de los trabajadores ¿Cómo demonios vamos a competir con China mediante la mejora de la productividad? Es un absurdo, un contrasentido. Que alguien me lo explique, por favor.

Los chinos podrían perfectamente fabricar Mercedes por 1000 euros cada unidad, sin ningún problema. Sólo necesitan el permiso de los accionistas de Mercedes y la homologación de marca de Mercedes.

Todos los materiales, componentes, energía,… lo pueden obtener en plantas, fábricas, minas, etc… controlados por la nomenclatura del sistema. Los trabajadores necesarios para obtener los materiales y la energía realizan jornadas interminables cobrando a cambio un plato de arroz. El carbón lo obtienen en minas en las que cada año mueren miles de chinos que trabajan en condiciones infrahumanas. El arroz necesario se obtiene mediante otro ejército de esclavos que respeta una sencilla ecuación: obtienen por cada hombre más arroz que el que necesitan para sobrevivir.

Todo en China lo puede conseguir la nomenclatura a coste prácticamente cero, porque dispone de mil millones de esclavos. Todo excepto una cosa, el derecho de venta en el exterior. Eso sí hay que pagarlo, y de hecho lo pagan.

Los propietarios de las marcas (en el ejemplo Mercedes) colocan los productos chinos en los mercados occidentales porque tienen la capacidad de influir para decidir a qué ritmo se puede recibir la mercancía en estos mercados. Y optimizan el negocio. Un Mercedes se paga por ejemplo a 40000 euros en nuestro mercado, el exportador chino recibe por ejemplo un 40% en una sociedad participada por la nomenclatura y por los mismos accionistas de Mercedes en Alemania. Otro 30% es el margen del importador, que resulta que es Mercedes, y el otro 30% para la cadena de venta. Beneficio aquí y beneficio allí. Negocio redondo.

Del 40% que recibe el conglomerado chino - alemán, la mitad, un 20%, se dedica a pagar las inversiones en bienes de equipo que se compran a los suministradores tecnológicos alemanes, a empresas cuyos accionistas son los mismos que los de Mercedes, y la otra mitad es para repartir a partes iguales entre la nomenclatura, que se lleva una comisión del 10% por esclavizar a su pueblo, y finalmente a los esclavos chinos les llega otro 10%, para poder presumir en occidente de que se han abierto al capitalismo pero en versión china. Eso luce mucho y permite a nuestros políticos recordar la capacidad de liderazgo del gran Deng Xiao Ping, el mayor hijo de puta de la historia china, sólo por detrás de Mao.

No creo que el reparto real del precio del Mercedes se separe demasiado de lo que acabo de exponer.

El mismo sinvegüenza que pide que nos bajen el salario un 15% para mejorar nuestra competitividad forma parte de la camarilla que decide cuántos coches chinos pueden entrar en el mercado europeo y en qué condiciones fiscales, aduaneras, técnicas, etc,… se les deja entrar.

El mismo sinvergüenza que se queja de que tenemos una industria (la vivienda) que consume mano de obra de manera intensiva, no dice ni pío respecto a un sistema, el chino, en el que se necesitan diez veces más trabajadores para producir lo mismo. Porque resulta que incluso en el hipotético caso de que la fábrica de Mercedes en China consiguiera la misma producción con menos obreros que en Alemania (algo perfectamente posible poniendo en la fábrica de allí la mejor tecnología alemana), todo el tinglado es falso, porque el sistema es el conjunto, y para poner el acero, los componentes y la energía en la fábrica y la alimentación en la boca de los esclavos hace falta un ejército de chinos que trabajan por un plato de comida al día.

Lo que pasa es que la panda de analfabetos que estamos educando en este y otros países europeos con cargo a los presupuestos de estados controlados por cómplices de los hijos de puta que nos están chupando la sangre son incapaces de ver más allá de sus narices. Y cuando el Montilla o el Carod de turno llaman especulador a un pobre hombre cuyo único pecado es disponer de un excedente salarial que quiere proteger en forma de un piso para su hijo que tiene catorce años, le ríen la gracia y le siguen a pies juntillas. Así pasamos de etapas de gobierno de la derecha, en las que nos joden mientras los progres disfrutan criticando el egoísmo de nuestros gobernantes y de eso que convienen en llamar “la gran patronal”, a etapas en las que nos gobierna la izquierda y que vienen a coincidir con el ciclo de bajada de la economía. Nos joden unos y nos joden otros, de manera alternativa. Y nos joden a favor de su amo, que en el caso europeo tiene nombre y se llama Alemania.

Claro que se pueden bajar los salarios en nuestro país. Cómo no se va a poder si lo llevan haciendo casi veinte años. Cómo no se va a poder devaluar si nos devaluaron un 40% el salario con el cambio al euro. Cómo puede estar la gente tan ciega para no ver lo evidente.

arnelas, en invertia.com

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