Cualquier persona que se precie
ha de ser capaz
de dejarse llevar por el río
de la locura
al menos una vez a la semana,
sin tener que rendir cuentas
a la memoria.
¿Por qué volver los ojos
a la inquietud
y esquivar
la posibilidad de perseguir un sueño
que nos lleve a perdernos
en el bosque de las casualidades?
Sebastián MORATALLA
jueves, 29 de enero de 2009
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